La naturaleza de los deseos




Ante todo, tenemos una idea de que el deseo es cosa mala, porque produce varias formas de conflicto y contradicción. Hay en nuestro interior muchos deseos, pugnando en diferentes direcciones. Ese es un hecho: tenemos deseos, y ellos crean conflicto. La pregunta es: ¿cómo vivir con el deseo intensamente, sin destruirlo? Si cedemos al deseo, cuando lo realizamos, en ese mismo hecho de ceder existe también el dolor de la frustración. No quiero dar un ejemplo, porque el explicar por medio de un ejemplo determinado pervierte la comprensión de la totalidad del deseo.

Primero tenemos que ver muy claramente que toda forma de condenación del deseo no es más que el eludir la comprensión de éste. Si se ve claramente este hecho, surge entonces la cuestión de qué haremos con el deseo. Él está ahí, ardiente. Hasta ahora lo hemos condenado, o aceptado, o disfrutado; y en su mismo disfrute hay dolor. En su represión, en su control, también hay dolor. Pero si no lo condenamos ni lo evaluamos, entonces está ahí, ardiente; ¿y qué tenemos que hacer? Pero ¿es que llegamos alguna vez a ese estado? Porque en ese estado sois el deseo, ya no hay 'vosotros y el deseo', como dos cosas separadas.

Lo que siempre ocurre es ¿verdad?, que queremos hacer desaparecer los deseos penosos y aferrarnos a los placenteros. Yo digo que esa es una actitud del todo falsa. Pregunto: ¿podéis mirar el deseo sin condenar, sin juzgar, sin escoger entre los diversos deseos? ¿Lo habéis hecho alguna vez? Lo dudo.

Para comprender el significado del deseo, para vivir con él, para comprenderlo, para verlo efectivamente, sin juicio de ninguna clase, para eso se necesita inmensa paciencia íntima. No creo que lo hayáis hecho nunca. Pero si queréis intentarlo, hallaréis que entonces no hay contradicción, no hay conflicto. Entonces el deseo tiene un sentido muy distinto; entonces el deseo puede ser la vida.

Mas, en tanto digamos 'el deseo es malo' o 'el deseo es bueno', o '¿debo ceder?', '¿no debo ceder?', en todo ese proceso estáis creando una división entre vosotros y el deseo, y por lo tanto tiene que haber conflicto. Lo que da comprensión es entrar en vosotros mismos tranquilamente, penetrar profundo en vosotros mismos inquiriendo, investigando por qué condenáis, qué es lo que estáis buscando. Entonces, partiendo de esa indagación interna, en la cual no hay nada de elección, descubriréis que podéis vivir con el deseo y que este tiene un sentido muy diferente. Para vivir con cualquier cosa necesitáis energía, vitalidad; y no queda energía cuando estáis todo el tiempo condenando y juzgando. Vivir con el deseo es descubrir un estado en el que no hay contradicción alguna. Eso significa que entonces hay amor, sin celos, sin odio, sin ninguna forma de corrupción; y descubrir eso por uno mismo es realmente una cosa maravillosa.

Del lbro "El estado creativo de la mente"


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