El centro del sufrimiento


Cuando usted ve algo muy hermoso, una bella montaña, una bella puesta del sol, una sonrisa cautivadora, un rostro encantador, ese hecho le causa un impacto y usted se queda aturdido, silencioso; ¿jamás le ha ocurrido? Cuando eso sucede, uno estrecha al mundo entre sus brazos. Pero eso es algo que llega a su mente desde fuera, y yo hablo de la mente que no está aturdida por un impacto, sino que desea mirar, observar. Ahora bien, ¿puede usted observar sin toda esta irrupción súbita del condicionamiento? A una persona que sufre le explico en palabras que el dolor es inevitable, que es el resultado de la realización personal, etc.

Cuando se han terminado por completo todas las explicaciones, sólo entonces puede usted mirar, y eso implica que no está mirando desde un centro. Cuando mira desde un centro, sus facultades de observación son limitadas. Si me agarro a un poste y no me quiero mover de allí, hay una tensión, hay dolor. Cuando desde el centro miro dentro del sufrimiento, lo que hay es sufrimiento. Mi incapacidad de observar es la que da origen al dolor. No puedo observar si pienso, funciono y miro desde un centro, como cuando digo: "No debo sentir dolor, debo descubrir por qué sufro, debo escapar". Cuando observo desde un centro, ya sea ese centro una conclusión, una idea, una esperanza, la desesperación o alguna otra cosa, esa observación es muy restringida, muy estrecha, muy trivial; y eso engendra dolor.

De "El libro de la vida"

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