La Mente superficial




Creo que es bastante claro que nuestras vidas son vacías, superficiales. Y una mente superficial se satisface con facilidad. Tan pronto como se siente descontenta, toma un curso estrecho, establece un ideal, persigue 'lo que debería ser'. Y una mente así, haga lo que hiciere ?sentarse con las piernas cruzadas, concentrarse sobre su ombligo o pensar sobre lo Supremo- seguirá siendo superficial, porque su esencia misma es superficial. Una mente estúpida nunca puede convertirse en una mente grande. Lo que puede hacer es darse cuenta de su propia estupidez; y en cuanto se dé cuenta por sí misma de lo que es, sin imaginar lo que debería ser, entonces hay un derrumbamiento de la estupidez. Cuando uno percibe esto, toda búsqueda termina, lo que no significa que la mente se estanque, se eche a dormir. Al contrario, ella hace frente a 'lo que es' efectivamente, cosa que no es un proceso de búsqueda, sino de comprensión.

Al fin y al cabo, la mayor parte de las personas están buscando felicidad, Dios, verdad, amor perpetuo, una permanente morada en el cielo, una virtud, un amor permanentes. Y me parece que una mente que busca es muy superficial. Creo que debemos ser un poco claros sobre este punto, que tenemos que investigarlo, debemos ver lo absurdo de una mente superficial y sus actividades, porque no podremos penetrar en lo que estamos explorando esta tarde si estamos pensando todavía en términos de buscar, de hacer un esfuerzo, tratando de descubrir.

Por el contrario, necesitamos una mente extraordinariamente aguda, quieta, tranquila. Una mente superficial, cuando hace un esfuerzo para volverse silenciosa, seguirá siendo sólo un charco superficial. Una mente insignificante, que es muy instruida, muy astuta, muy llena de la adquisitiva búsqueda de Dios, de la verdad, o de algún santo, porque quiere llegar a alguna parte, sigue siendo superficial, porque todo esfuerzo es superficial, es el resultado de una mente limitada, estrecha. Una mente así jamás puede ser sensible; y creo que uno tiene que afrontar la verdad de eso. El esfuerzo para ser, para devenir, para rechazar, para resistir, para cultivar la virtud, para suprimir, para sublimar, todo eso es en esencia la naturaleza de una mente superficial. Probablemente la mayor parte de las personas no estarán conformes con esto, pero no importa. Me parece un hecho psicológico evidente.

Ahora bien, cuando uno comprende esto, cuando se da cuenta de esto y de hecho ve su verdad, no de manera verbal o intelectual, y no deja que la mente haga innumerables preguntas sobre cómo cambiarlo, cómo salir de esta superficialidad ?todo lo cual implica esfuerzo-, entonces la mente comprende que no puede hacer nada acerca de sí misma. Todo lo que puede hacer es percibir, ver las cosas inflexiblemente, como son, sin falseamiento, sin aducir opiniones sobre el hecho; tan sólo observar. Y es sumamente difícil limitarse a observar, porque tenemos las mentes adiestradas para condenar, para comparar, para competir, para justificar, o para identificarnos con lo que vemos.

Por eso ella nunca ve las cosas exactamente como son. Vivir con un sentimiento tal como es ?ya se trate de celos, envidia, codicia, ambición o lo que queráis?, vivir con él sin falsearlo, sin tener ninguna opinión o juicio sobre él, exige una mente que tenga energía para seguir todos los movimientos de ese hecho. Un hecho real nunca está quieto; está en movimiento, vive. Pero nosotros queremos fijarlo para captarlo con una opinión, con un juicio.
Así, pues, una mente alerta, sensible, ve la futilidad de todo esfuerzo. Aun en nuestra educación, el niño, el estudiante que hace un esfuerzo para aprender, nunca aprende realmente. Puede adquirir conocimientos, puede obtener un grado; pero el aprender es algo que está más allá del esfuerzo. Acaso esta noche podamos aprender juntos, sin esfuerzo y sin quedar atrapados dentro de los campos del conocimiento.

Darse cuenta del hecho sin distorsión, sin coloración, sin darle ninguna tendencia, mirarnos a nosotros mismos tal como somos ?con todas nuestras teorías, esperanzas, desesperaciones, sufrimientos, fracasos y frustraciones? agudiza la mente de manera asombrosa. Lo que la embota es la creencia, los ideales, los hábitos, el tratar de ampliarla, de hacerla crecer, de devenir o ser. Y, como he dicho, para seguir el hecho hace falta una mente precisa, sutil, activa, porque el hecho nunca está quieto.


Del libro "El estado creativo de la mente"



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