Queréis experimentar 'la totalidad de la mente', ¿verdad? Queréis experimentar lo que significa el sentir total de la vida, el sentir total de no aferraros a algo. Pero, ¿cómo vais a saber qué es la totalidad de la mente? La experiencia siempre es en términos de lo conocido, ¿no es así? Y si nunca habéis experimentado la totalidad de la mente, ¿cómo vais a conocerla? ¿Veis el problema? Por favor, no os limitéis a asentir, porque hay mucho implicado en esto.
Como sabéis, cuando voláis de un sitio a otro en un avión, allí está la tierra a diez o doce mil metros bajo vosotros; y cuando pasáis a través del Pakistan, Persia, el Oriente Medio, Creta, Italia, Francia, Inglaterra, Norteamérica, etc., sabéis que todo está dividido, con las divisiones artificiales creadas por el hombre; pero existe el sentir de la totalidad de la Tierra, de toda esta Tierra que es tan extraordinariamente hermosa.
Ahora bien, para sentir la naturaleza de esa totalidad, ¿podréis experimentarla en términos de lo que ya habéis conocido? ¿O es algo no experimentable en términos de reconocimiento?
Acaso esté avanzando demasiado rápidamente en la cuestión. Preguntémonos, pues, de nuevo: ¿Qué es la mente? Entremos en esto, desarrollémoslo.
La mente es la capacidad de reconocer, de acumular conocimientos en forma de memoria; es el resultado de siglos de humano esfuerzo, experiencia y conflicto y de las actuales experiencias individuales en relación con el pasado y el futuro; es la capacidad de idear, de comunicar, de sentir, de pensar racional o irracionalmente. Existe la mente que se siente afable, tranquila, serena, y también la brutal, implacable, altanera, arrogante, vana, que se halla en un estado de autocontradicción, empujada en distintas direcciones. Es la mente que dice: 'Soy inglés' o 'norteamericano' o 'indio'. Existe la mente subconsciente, lo profundo colectivo, lo heredado; y existe la mente superficial, que ha sido educada de acuerdo a una cierta técnica, a un código de conducta, acción y conocimiento. Es la mente que busca, que solicita, que quiere permanencia, seguridad; la mente que vive de esperanza, pero que sólo conoce frustración, fracaso y desesperación; la mente que puede rememorar, recordar; la mente que es muy aguda, precisa; la que sabe lo que es amar y querer ser amado.
Seguramente, todo eso es la totalidad, ¿no es así? Esa es la mente que vosotros y yo tenemos ?y los animales también, aunque en mucho menor grado. Y luego está la mente que dice que tiene que trascender todo esto, que debe llegar a alguna parte, que debe experimentar una totalidad, una cosa atemporal, inmensurable.
Así pues, todo eso es la mente. Nosotros la conocemos en segmentos, cuando estamos celosos, irritados, llenos de odio; o nos damos cuenta de ella en la autocontradicción; o hay sueños, insinuaciones, intimaciones del pasado. Todo esto es la mente. Es ella que dice, 'Soy el alma, soy el Atman, el yo superior, el yo inferior, esto, aquello y lo otro'. Es la mente que está atrapada dentro de los limites del tiempo, porque todo eso es del tiempo. Y es la mente que es esclava de las palabras, como los ingleses son esclavos de las palabras 'la reina', 'el Cristo'; y el indio lo es de su serie de palabras; y el chino, los comunistas, de las suyas y así sucesivamente.
Así pues, comprendiendo todo esto, ¿cómo procedéis? ¿Qué es en realidad la mente?
Abordemos esto de otra manera. Como veis, señores, tiene que haber cambio; y un cambio previsto no es cambio en absoluto. El cambio para lograr cierto resultado, mediante la práctica, la disciplina, el control, la dominación implacable, todo eso no es más que la continuidad de la misma cosa en otra forma. Y el cambio progresivo, evolucionarlo, ese acabose también, hemos terminado con él. El único cambio es el cambio radical, inmediato.
¿Como hará la mente para llegar a ese cambio, de manera que haya eliminado su condicionamiento, sus brutalidades, sus estupideces, sus temores, su culpabilidad, sus ansiedades, y que sea nueva? Yo digo que ello es posible, no por el procedimiento analítico, no por la investigación, el examen y todo eso; digo que es posible dejar limpia la pizarra de golpe, en el instante. No interpretéis esto como la gracia de Dios. No digáis, 'no es posible para mí, pero puede serlo para algún otro', porque entonces no estaremos haciendo frente a la cuestión, sino eludiéndola. Por eso dije al principio que necesitamos un pensar muy claro y preciso, un inquirir implacable.
Del libro "El estado creativo de la mente"
Como sabéis, cuando voláis de un sitio a otro en un avión, allí está la tierra a diez o doce mil metros bajo vosotros; y cuando pasáis a través del Pakistan, Persia, el Oriente Medio, Creta, Italia, Francia, Inglaterra, Norteamérica, etc., sabéis que todo está dividido, con las divisiones artificiales creadas por el hombre; pero existe el sentir de la totalidad de la Tierra, de toda esta Tierra que es tan extraordinariamente hermosa.
Ahora bien, para sentir la naturaleza de esa totalidad, ¿podréis experimentarla en términos de lo que ya habéis conocido? ¿O es algo no experimentable en términos de reconocimiento?
Acaso esté avanzando demasiado rápidamente en la cuestión. Preguntémonos, pues, de nuevo: ¿Qué es la mente? Entremos en esto, desarrollémoslo.
La mente es la capacidad de reconocer, de acumular conocimientos en forma de memoria; es el resultado de siglos de humano esfuerzo, experiencia y conflicto y de las actuales experiencias individuales en relación con el pasado y el futuro; es la capacidad de idear, de comunicar, de sentir, de pensar racional o irracionalmente. Existe la mente que se siente afable, tranquila, serena, y también la brutal, implacable, altanera, arrogante, vana, que se halla en un estado de autocontradicción, empujada en distintas direcciones. Es la mente que dice: 'Soy inglés' o 'norteamericano' o 'indio'. Existe la mente subconsciente, lo profundo colectivo, lo heredado; y existe la mente superficial, que ha sido educada de acuerdo a una cierta técnica, a un código de conducta, acción y conocimiento. Es la mente que busca, que solicita, que quiere permanencia, seguridad; la mente que vive de esperanza, pero que sólo conoce frustración, fracaso y desesperación; la mente que puede rememorar, recordar; la mente que es muy aguda, precisa; la que sabe lo que es amar y querer ser amado.
Seguramente, todo eso es la totalidad, ¿no es así? Esa es la mente que vosotros y yo tenemos ?y los animales también, aunque en mucho menor grado. Y luego está la mente que dice que tiene que trascender todo esto, que debe llegar a alguna parte, que debe experimentar una totalidad, una cosa atemporal, inmensurable.
Así pues, todo eso es la mente. Nosotros la conocemos en segmentos, cuando estamos celosos, irritados, llenos de odio; o nos damos cuenta de ella en la autocontradicción; o hay sueños, insinuaciones, intimaciones del pasado. Todo esto es la mente. Es ella que dice, 'Soy el alma, soy el Atman, el yo superior, el yo inferior, esto, aquello y lo otro'. Es la mente que está atrapada dentro de los limites del tiempo, porque todo eso es del tiempo. Y es la mente que es esclava de las palabras, como los ingleses son esclavos de las palabras 'la reina', 'el Cristo'; y el indio lo es de su serie de palabras; y el chino, los comunistas, de las suyas y así sucesivamente.
Así pues, comprendiendo todo esto, ¿cómo procedéis? ¿Qué es en realidad la mente?
Abordemos esto de otra manera. Como veis, señores, tiene que haber cambio; y un cambio previsto no es cambio en absoluto. El cambio para lograr cierto resultado, mediante la práctica, la disciplina, el control, la dominación implacable, todo eso no es más que la continuidad de la misma cosa en otra forma. Y el cambio progresivo, evolucionarlo, ese acabose también, hemos terminado con él. El único cambio es el cambio radical, inmediato.
¿Como hará la mente para llegar a ese cambio, de manera que haya eliminado su condicionamiento, sus brutalidades, sus estupideces, sus temores, su culpabilidad, sus ansiedades, y que sea nueva? Yo digo que ello es posible, no por el procedimiento analítico, no por la investigación, el examen y todo eso; digo que es posible dejar limpia la pizarra de golpe, en el instante. No interpretéis esto como la gracia de Dios. No digáis, 'no es posible para mí, pero puede serlo para algún otro', porque entonces no estaremos haciendo frente a la cuestión, sino eludiéndola. Por eso dije al principio que necesitamos un pensar muy claro y preciso, un inquirir implacable.
Del libro "El estado creativo de la mente"
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