No sé si alguna vez habréis probado, por divertiros, a morir para todo lo que habéis conocido. Entonces diréis: 'si muero para todos mis recuerdos, para mi experiencia, mis conocimientos, mis fotografías, mis símbolos, mis apegos y ambiciones, ¿qué queda? Nada. Mas, para aprender sobre la muerte, la mente ha de hallarse, por cierto, en un estado en que es como nada. Tomemos un ejemplo: ¿habéis tratado alguna vez de morir, no sólo para el sufrimiento, sino para el placer? Queremos morir para el sufrimiento, para los recuerdos desagradables; pero morir también para el placer, para los gozos, para las cosas que os dan una enorme sensación de vitalidad, ¿lo habéis ensayado? Si es así, veréis que podéis morir para el ayer; morir para todo, de modo que cuando vais a la oficina, al trabajo, vuestra mente esté nueva. Eso, por cierto, es amor ¿no es así?, no las cosas recordadas.
De modo que la mente se ha formado a través del tiempo; la mente es tiempo. Todo pensamiento moldea la mente en el tiempo. Y para no ser moldeado por el tiempo, el pensamiento debe terminar por completo; no de manera forzada, no en forma mecánica, no eliminándolo, sino la terminación que resulta de ver la verdad de que debe terminar.
Así pues, si uno ha de aprender sobre la muerte, tiene que vivir con la muerte. Si queréis aprender con respecto a un niño, tenéis que vivir con el niño, y no asustaros de él. Pero la mayoría de nosotros muere un millar de muertes antes de la verdadera muerte. Vivir con la muerte es morir para el ayer, de modo que el ayer no deje huella en el hoy. Probadlo. Cuando existe la percepción de lo que es verdad sobre esto, entonces el vivir tiene otro sentido muy diferente; entonces no hay división entre la vida y la muerte. Pero nosotros nos asustamos de vivir y también de morir; y no comprendemos ni la vida ni la muerte. Para vivir con algo, tenemos que amarlo; y amar es morir para el ayer. Entonces podéis vivir. Vivir no es la continuidad de la memoria, ni retroceder al pasado y decir: '¡qué maravillosamente lo pasé cuando era muchacho!'
No conocemos la muerte ni conocemos la vida. Conocemos los trastornos, las ansiedades, la culpabilidad, los temores, las espantosas contradicciones y conflictos; pero no sabemos lo que es vivir. Y sólo conocemos la muerte como algo espantoso, temible; lo apartamos y no hablamos de ello. Y huimos hacia alguna forma de creencia, como la de los platos voladores, o la reencarnación, o alguna otra cosa.
Hay, pues, un morir, y por lo tanto un vivir, cuando se comprenden el tiempo, el espacio y la distancia en términos de lo desconocido. Mirad, nuestras mentes siempre actúan en términos de lo conocido, y nos movemos de lo conocido a lo conocido, y no sabemos ninguna otra cosa; y cuando la muerte interrumpe esta continuidad de lo conocido con lo conocido, nos asustamos. Y no hay consuelo. Lo que queremos es consuelo, no la comprensión de algo, el vivir con algo que no conocemos.
De modo que lo conocido es el ayer. Eso es lo único que conocemos. No sabemos lo que es el mañana. Proyectamos el pasado a través del presente hacia el futuro; y por ello nacen la esperanza y la desesperación. Pero para comprender realmente eso que se llama muerte, que tiene que ser algo extraordinario, incognoscible, impensable, inimaginable, tiene uno que aprender sobre ello, vivir con ello, llegar a ello sin conocimiento y sin miedo. Y yo digo que es posible, que uno puede morir para los muchos ayeres. Al fin y al cabo, los muchos ayeres son placer y dolor. Y cuando morís para el ayer, la mente está vacía; y se asusta de ese vacío, por lo cual empieza de nuevo, pasando de una cosa conocida a otra. Pero si puede uno morir para el placer y el dolor ?no un placer o un dolor determinados- entonces la mente está sin tiempo ni espacio, y una mente así tiene entonces tiempo y espacio sin el conflicto del tiempo y el espacio. No sé si seguís esto. Creo que el lenguaje es muy limitado. Podríamos discutir esto.
INTERLOCUTOR: Siempre he creído que donde hay espacio tiene que haber tiempo, y parece que vos lo presentéis de modo algo distinto. ¿No es tiempo el espacio entre dos palabras?
KRISHNAMURTI: Tenor, conocemos a la vez el tiempo psicológico y el del reloj, y ¿cómo va a descubrir, la mente que está atada a estos dos tiempos ?en que están involucrados espacio y distancia- cómo va a descubrir si hay un tiempo sin espacio y distancia? ¿Me seguís? Quiero descubrir si hay una atemporalidad, en la cual no existe ninguna medida en forma de tiempo y espacio. Ante todo, ¿es posible descubrir una cosa así? Podría no serlo. Si no es posible, entonces la mente es siempre esclava del tiempo y del espacio, entonces es cosa terminada. Entonces es una mera cuestión de ajuste, de tratar de tener un poco menos de sufrimiento, etc. Comprendiendo todo esto, ¿puede la mente, sin autoridad, descubrir por sí misma si existe una atemporalidad? Y ¿cómo va a descubrirlo? Sólo puede descubrirlo abandonando el tiempo psicológico, como cuando ve algo inmediatamente. Lo que significa ¿no es así? que la mente se libera del centro alrededor del cual se mueve, y que hay un morir para el centro que ha acumulado placer y rechazado el dolor. Y creo que eso tiene una relación directa con nuestra vida diaria.
Del libro "El estado creativo de la mente"
De modo que la mente se ha formado a través del tiempo; la mente es tiempo. Todo pensamiento moldea la mente en el tiempo. Y para no ser moldeado por el tiempo, el pensamiento debe terminar por completo; no de manera forzada, no en forma mecánica, no eliminándolo, sino la terminación que resulta de ver la verdad de que debe terminar.
Así pues, si uno ha de aprender sobre la muerte, tiene que vivir con la muerte. Si queréis aprender con respecto a un niño, tenéis que vivir con el niño, y no asustaros de él. Pero la mayoría de nosotros muere un millar de muertes antes de la verdadera muerte. Vivir con la muerte es morir para el ayer, de modo que el ayer no deje huella en el hoy. Probadlo. Cuando existe la percepción de lo que es verdad sobre esto, entonces el vivir tiene otro sentido muy diferente; entonces no hay división entre la vida y la muerte. Pero nosotros nos asustamos de vivir y también de morir; y no comprendemos ni la vida ni la muerte. Para vivir con algo, tenemos que amarlo; y amar es morir para el ayer. Entonces podéis vivir. Vivir no es la continuidad de la memoria, ni retroceder al pasado y decir: '¡qué maravillosamente lo pasé cuando era muchacho!'
No conocemos la muerte ni conocemos la vida. Conocemos los trastornos, las ansiedades, la culpabilidad, los temores, las espantosas contradicciones y conflictos; pero no sabemos lo que es vivir. Y sólo conocemos la muerte como algo espantoso, temible; lo apartamos y no hablamos de ello. Y huimos hacia alguna forma de creencia, como la de los platos voladores, o la reencarnación, o alguna otra cosa.
Hay, pues, un morir, y por lo tanto un vivir, cuando se comprenden el tiempo, el espacio y la distancia en términos de lo desconocido. Mirad, nuestras mentes siempre actúan en términos de lo conocido, y nos movemos de lo conocido a lo conocido, y no sabemos ninguna otra cosa; y cuando la muerte interrumpe esta continuidad de lo conocido con lo conocido, nos asustamos. Y no hay consuelo. Lo que queremos es consuelo, no la comprensión de algo, el vivir con algo que no conocemos.
De modo que lo conocido es el ayer. Eso es lo único que conocemos. No sabemos lo que es el mañana. Proyectamos el pasado a través del presente hacia el futuro; y por ello nacen la esperanza y la desesperación. Pero para comprender realmente eso que se llama muerte, que tiene que ser algo extraordinario, incognoscible, impensable, inimaginable, tiene uno que aprender sobre ello, vivir con ello, llegar a ello sin conocimiento y sin miedo. Y yo digo que es posible, que uno puede morir para los muchos ayeres. Al fin y al cabo, los muchos ayeres son placer y dolor. Y cuando morís para el ayer, la mente está vacía; y se asusta de ese vacío, por lo cual empieza de nuevo, pasando de una cosa conocida a otra. Pero si puede uno morir para el placer y el dolor ?no un placer o un dolor determinados- entonces la mente está sin tiempo ni espacio, y una mente así tiene entonces tiempo y espacio sin el conflicto del tiempo y el espacio. No sé si seguís esto. Creo que el lenguaje es muy limitado. Podríamos discutir esto.
INTERLOCUTOR: Siempre he creído que donde hay espacio tiene que haber tiempo, y parece que vos lo presentéis de modo algo distinto. ¿No es tiempo el espacio entre dos palabras?
KRISHNAMURTI: Tenor, conocemos a la vez el tiempo psicológico y el del reloj, y ¿cómo va a descubrir, la mente que está atada a estos dos tiempos ?en que están involucrados espacio y distancia- cómo va a descubrir si hay un tiempo sin espacio y distancia? ¿Me seguís? Quiero descubrir si hay una atemporalidad, en la cual no existe ninguna medida en forma de tiempo y espacio. Ante todo, ¿es posible descubrir una cosa así? Podría no serlo. Si no es posible, entonces la mente es siempre esclava del tiempo y del espacio, entonces es cosa terminada. Entonces es una mera cuestión de ajuste, de tratar de tener un poco menos de sufrimiento, etc. Comprendiendo todo esto, ¿puede la mente, sin autoridad, descubrir por sí misma si existe una atemporalidad? Y ¿cómo va a descubrirlo? Sólo puede descubrirlo abandonando el tiempo psicológico, como cuando ve algo inmediatamente. Lo que significa ¿no es así? que la mente se libera del centro alrededor del cual se mueve, y que hay un morir para el centro que ha acumulado placer y rechazado el dolor. Y creo que eso tiene una relación directa con nuestra vida diaria.
Del libro "El estado creativo de la mente"
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