Pienso que el esfuerzo constante por ser alguna cosa, por llegar a ser esto o aquello, es la verdadera causa de destrucción y envejecimiento de la mente. Mire con cuánta rapidez envejecemos, no sólo las personas que han pasado los sesenta años, sino también la gente joven. ¡Qué viejos están ya, mentalmente, los jóvenes!
Muy pocos sostienen o conservan la calidad de una mente joven. Entiendo por joven no la mente que tan sólo desea divertirse, pasarlo bien, sino la mente incontaminada, que no está dañada, falseada, deformada por los accidentes o incidentes de la vida, una mente no desgastada por la lucha, la pena, los esfuerzos constantes. Por cierto, es indispensable tener una mente joven, porque la vieja mente está tan llena de cicatrices de recuerdos, que no puede vivir, no puede ser seria; es una mente muerta, una mente que ya ha decidido y vive conforme a sus decisiones; una mente así está muerta. Pero una mente joven está siempre decidiendo de nuevo y no se carga de innumerables recuerdos. Una mente que no lleva consigo ni un vestigio de sufrimiento, aunque pueda pasar por el valle del dolor, permanece indemne [...].
No creo que una mente joven como ésa pueda adquirirse. No es cosa que usted pueda obtener mediante el esfuerzo, el sacrificio. No hay moneda para comprarla, no es algo comerciable; pero si ve la importancia de una mente así, si ve su necesidad, su verdad, entonces tiene lugar algo diferente.
De "El libro de la vida"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario